lunes, 29 de octubre de 2012

SHAKESPEARE. "Romeo y Julieta". Textos sobre la obra


Théodore Chasseriau. Romeo y Julieta. Segunda mitad del XIX

TEXTOS SOBRE ROMEO Y JULIETA

      1. Hasta el triunfo del romanticismo, a fines del siglo dieciocho, hubo (…) un claro conflicto de valores entre la idealización del amor por parte de algunos poetas, dramaturgos y novelistas, por un lado, y su rechazo como forma de chifladura imprudente, incluso de locura, por parte de todos los teólogos, moralistas, autores de manuales de conducta y padres y adultos en general. Todos conocían ese amor idealizado, algunos lo habían experimentado, pero solo una minoría de jóvenes cortesanos hicieron de él su modo de vida, y ni siquiera ellos lo consideraban necesariamente una base apropiada para un matrimonio para toda la vida.
     Para el público isabelino, la tragedia de Romeo y Julieta, como la de Otelo, no residía tanto en un romance malhadado como en la manera que los protagonistas provocan su propia destrucción al violar las normas de la sociedad en la que viven que, en la primera de estas obras, significaba una estricta obediencia filial y la lealtad a las amistades y enemistades tradicionales del linaje. Un cortesano isabelino estaría lo suficientemente familiarizado con la pasión hechizadora del amor para sentir cierta simpatía hacia la joven pareja, pero vería con suficiente claridad de qué parte estaba el deber.

Lawrence Stone, The Family, Sex and Marriage in England. 1500-1800 ,Weindenfeld and Nicolson, Londres, 1977, pp.181-187.1.5.


2    2.  En esta obra el amor se convierte en el educador de la sociedad. Shakespeare no representó nunca tan claramente el papel de maestro de escuela como ensu reiterada prédica de que el amor ha de destruir el odio: el prólogo nos cuenta que las desgracias y tristes desventuras de los dos amantes entierran la enemistad de sus padres. Ninguna otra cosa parecía poder extirpar la continuación del odio paterno más que la muerte de sus hijos. La lección moral está de tal manera configurada formalmente que se convierte en el tema principal del drama. (…) Pero el secreto de la obra es que las muertes de los amantes no son el resultado del odio entre las dos familias, ni se deben a otra causa que no sea el amor mismo, que busca en la muerte su propio cordial restaurador. El amor vence a la muerte más aún que al odio. Deja de lado todo lo accidental, de manera que en este primer balbuceo de una creencia en la que Shakespearese reafirmó más adelante: que la intensidad de una emoción prevalece sobre su duración o éxito temporal. Las medidas morales de Shakespeare son cualitativas, no cuantitativas.

D. A. Stauffer, “The Schol of Love: Romeo and Juliet”, en Alfred Harbage, ed.,Shakespeare. The Tragedies.


3    3. A pesar de sus declaraciones de amor eterno por Rosalina, Romeo se enamora de Julieta poco después de verla por vez primera. Pese al lirismo del lenguaje de los amantes, la conversación de su amor es su unión en la cama. Mercucio nos invita a ver el amor romántico como una fantasía desarrollada por la imaginación y promovida por escritores culturalmente influyentes (Petrarca y los suyos), que sólo sirve para enturbiar lo que básicamente es un simple asunto de frustración y de gratificación sexual. No obstante, el contraste con el escepticismo y la impudicia de Mercucio y con el sentido común materialista de la nodriza hace que la fogosidad de Romeo y Julieta aparezca como tanto más impresionante y conmovedora porque la unión sexual en ellos es indisociablede sus hipérboles de adoración mutua, su bella elocuencia lírica, su compromiso total y su elección final de morir juntos antes que vivir solos.

Cedric Watts, Romeo and Juliet, Harvester Wheatsheaf, Londres, 1991.

4.  La verdad del asunto es que al amor de Julieta ya no le queda (si es que jamás lo tuvo) ningún espacio social que ocupar. Sencillamente, ya no hay manera (si es que la hubo alguna vez) de integrar la relación de Romeo y Julieta en laestructura social existente. Julieta está ligada por un matrimonio clandestino al hijo del enemigo de su padre, que ahora es también el asesino de su primo. Si se vincula a esta relación, se aparta de todas las estructuras que dan forma a la sociedad a la cual pertenece. Un amor tan enajenado de cualquier  posibilidad de integración social se vuelve, naturalmente, hacia una pasióndesesperada y una autodestrucción violenta, hacia el inútil remedio del suicidio.
G. Holdernss, Romeo and Juliet, Penguin Critical Studes, Penguin, Londres,1990.

5.      Esta historia trágica ha sido escrita, buen lector, con este fin: para mostrarte auna pareja de desventurados amantes que se convierten en esclavos de un deseo deshonesto, desoyen la autoridad y el consejo de sus padres y amigos, desahogan sus intimidades con comadres borrachas y frailes supersticiosos (los instrumentos más apropiados para la impudicia), se arriesgan a toda clase de aventuras peligrosas para conseguir su perversa lujuria, utilizan la confesión oral –que es la puerta de entrada a la prostitución y a la traición- para hacer  prosperar su propósito, profanan el honorable nombre de las palabras del matrimonio legal para encubrir la vergüenza de sus falsos contratos, y se precipitan, en fin, a una muerte tan infeliz gracias a todos los recursos de unavida deshonesta.
A.    Brooke, “Prefacio” a Romeus and Juliet  (1562).

6.      Ríos de tinta se vertieron en Inglaterra durante los años revueltos de la Reforma sobre la condición de la vida matrimonial, los derechos de los amantes y el interés de los padres en el casamiento de sus hijos. El consenso fue que los padres tenían ciertamente algo que decir sobre lo que sus hijos decidían sobre sí mismos, pero que ningún padre podía forzar a un hijo a casarse contra su voluntad u obligarlo a renunciar a un partido que pudieraconvenirle. En tales casos, los hijos podían recurrir a las autoridades eclesiásticas para que les apoyaran. La gente llana se escandalizaba de los matrimonios dinásticos concertados por la nobleza, que disponía de sus hijos, según los polemistas religiosos, como si fuesen ganado u ovejas,especialmente cuando tantos matrimonios impuestos bajo la tutela de la Corona terminaban después en adulterios o violencias. Al tratar este tema con tanta seriedad, Shakespeare estaba dando forma a la ideología protestante sobre el matrimonio tal como fue expresada de manera conmovedora en el Libro de oro del matrimonio cristiano (1542).
 Germaine Greer, Shakespeare, Oxford University Press, Oxford, 1986.

7.      Los contrastes como técnica constructiva.-

7.1.Romeo y Julieta refleja una experiencia de vívidos contrastes (…) en un mundo tenso entre todo tipo de polaridades. La juventud extrema –Julieta solo tiene catorce años; Romeo, suponemos, estará al final de la adolescencia- compite con la vejez extrema porque, a pesar del extraño comentario de laseñora Capuleto (I.III.74-76), las cuatro figuras paternas producen la impresiónde estar algo entradas en años, como lo están obviamente el fraile y la nodriza. El amor apasionado se enfrenta al odio apasionado y alcanza finalmente, a un precio muy alto, un ambiguo triunfo. El resplandor que los amantes despiden (…) nos deslumbra, pero contrasta con la oscuridad de su situación, mientras que, al mismo tiempo, paradójicamente, el mundo nocturno se convierte cada vez más en su único recurso, y el mundo diurno en el lugar de las fuerzas que le son hostiles. Hay también las actitudes vivamente conflictivas hacia el amor y el sexo (…). Los contrastes extremos de la prisa y la reflexión; las grandes alegrías que dan paso a las penas abrumadoras; el ruido, el bullicio y el alboroto de los asuntos públicos, yuxtapuesto a los éxtasis íntimos, en voz muy baja, de los anhelos y los encuentros de los amantes. Todos estos contrarios y muchos más forman parte de nuestra experiencia de la obra, pero no como contrarios en teoría, sino como impresiones vívidas de los ojos y los oídos.
Maynard Mack, Everybody’s Shakespeare. Reflections on the Tragedies,
University of Nebraska Press, Lincoln y Londres, 1993

7.2.Un rasgo estructuralmente muy importante de Romeo y Julieta es el entrecruce de la vida pública y la privada. El argumento se despliega hábilmente entre el bullicio de las calles, las actividades en cada de Capuleto y el mundo privado de los amantes. Hay una coordinada variedad de contrastes: reyertas y disputas públicas; abrazos y armonías privados; edictos ceremoniosos, bromas informales; reminiscencias de los viejos, presagios de los jóvenes; fiesta y luto; quietud ensimismada, acción rápida; comedia social, catástrofe solitaria; unión en la vida, unión en la muerte. De aquí la vivacidad dramática de la obra en suconjunto; estéticamente, los contrastes se enriquecen mutualmente. Además, a través de Mercucio, su mofa provocativa irreprimible, le lleva a la muerte a manos de Teobaldo. Por consiguiente, aunque los suicidos de Romeo y Julieta
tienen muchas causas, puede decirse que una fuente paradójica de su tragediaes el espíritu cómico exuberante.
Cedric Watts, Romeo and Juliet , Harvester Wheatsheaf, Londres, 1991.


Eugène Delacroix. "La tumba de los Capuleto". H. 1850 

ROMEO Y JULIETA (Notas importantes)

En esta obra se hacen  presentes tanto los elementos líricos como los trágicos, coexistiendo dentro de una estructura ágil, en donde no se distrae en nada que no tenga que ver con el incremento de la tensión desde el principio hasta el gran final. Nos sorprende el desarrollo de la obra, hasta llegar agotados al final, con un nudo en la garganta, sólo para darnos cuenta que fue cuestión de unos segundos para que el Destino, la Fortuna o la casualidad jugaran con los amantes, como sucede en los accidentes, y que hacen toda la diferencia entre lo que podría haber sido una comedia con un final feliz y lo que realmente es: una tragedia lírica que ha perdurado por el resto de nuestra vida.
Son dos las corrientes de esta tragedia: el destino y la responsabilidad moral de los personajes. Parece ser que Shakespeare no determina claramente cuál de sus personajes debe ser castigado y por qué razón debe serlo y, por eso, mantiene varias hipótesis, sugiriendo, de manera convincente, que en la vida, como en esta obra, hay y existe una compleja interacción entre las situaciones contradictorias, opuestas y yuxtapuestas y que todo puede estar dentro de lo que le llaman una doble moral, como la que existía entre Romeo y Julieta.
La obra sufre de una esquizofrenia moral —dice V. Whitaker—, donde los amantes han nacido con sus «estrellas cruzadas» por los pleitos entre sus familias, así como las líneas de la responsabilidad, que están igualmente cruzadas. Por todo esto, persiste durante la obra la ambigüedad y la indeterminación y tal parece que es eso lo que nos tiene pegados a la butaca.
Hay quien la ve como si el Destino fuese el culpable de todo, como si la fuerza predominante de la tragedia fuese el Destino o la casualidad o las circunstancias, frente a la acción de los protagonistas hecha de manera libre y voluntaria.
La tensión en la obra se analiza primero entre la relación que hay entre el Destino y las acciones de los personajes, entre el amor y la muerte, como el binomio central en la tragedia. Por eso la clasifican como una obra que pertenece a la Liebestod, (al amor-muerte) donde se supone que el amor considera, de manera implícita a la muerte como algo deseable y deseado a la vez. Tristán e Isolda, pertenece a este concepto y la muerte de Tristán es una de las piezas musicales de mayor impacto que haya sentido alguna vez en la obra de Wagner.
Pero también hay quienes opinan que en la obra interactúan tres fuerzas: la casualidad, el Destino y la conducta de los personajes, tanto en forma individual, como socialmente hablando. Hay quien dice que de estas tres fuerzas, predomina una de ellas y otros consideran que las tres fuerzas están en constante diálogo, dominando unas en un momento, y otras en otro.
El Prólogo dice claramente: «el caminar terrible de un amor marcado por la muerte». Tal vez encontremos varios elementos: el Destino como la rueda de la Fortuna que da vueltas, es decir, la Providencia que interviene a través de algunas premoniciones y presagios que luego son el preludio del final trágico o a través de los sueños, temores o imprecaciones.
La acción («el caminar terrible») que se lleva a cabo en dos tipos diferentes. Por un lado, la acción de los protagonistas —Romeo y Julieta— y, por el otro, lo relacionado con la enemistad entre las dos familias, mostrada en varios incidentes donde a veces el peso cae sobre Romeo que, puede ser un joven impulsivo en donde la acción predomina al pensamiento, cosa que es típica de los jóvenes, y de ahí las consecuentes precipitaciones en su vida, que, en un momento dado, se traducen en realizar una boda de manera irreflexiva y súbitamente o en la muerte de Tybalt, que fue realizada en un momento en donde el impulso irracional lo domina una vez más, ahora con el pretexto de vengarse de la accidentada muerte de su amigo Mercutio.
Esta personalidad se expresa también cuando intenta o piensa suicidarse cuando está en el monasterio, frente al fraile, justo cuando se entera que ha sido exilado o, como finalmente lo hace, sobre la tumba de Julieta, cuando se suicida de manera precipitada —unos segundos después despierta Julieta—, y al hacerlo lo consume con un veneno mortal antes de que ella despierte.
El Amor y la Muerte son centrales en esta obra.
El amor afecta a los protagonistas y, por sus características —no lo sé pero lo intuyo—, los diferencia y los aísla del resto de los personajes que viven invadidos por un odio familiar.
Este amor tiene tres elementos: es intenso; es idealista en el más puro de los sentidos de la juventud, y está expresado en el mundo de las fantasías, esas que podemos encasillar como si fuese el «idealismo» de Romeo y, por último, es un hecho que se quedan solos, aislados del resto de los seres humanos. Los dos amantes enfrentan una soledad —real o ficticia—, tanto que se hacen mutuamente sumisos y codependientes.
La intensidad de su amor la muestran conforme avanzan los sucesos, de tal manera que, pronto, se encuentran solos y aislados. Así le pasa a Julieta antes de tomarse el brebaje mágico: ya no cuenta con nadie a su alrededor, ni siquiera con su querida Nodriza. Nadie está cerca de ella mientras el amor se da en el primer contacto, cuando conoce a este joven que la besa «como dios manda», como ella le dice en la fiesta de su casa, recién había conocido a este joven que ni siquiera sabe cómo se llama o quién es: puro amor puro y a primera vista.
«¿Quién que haya amado, no lo ha hecho a primera vista?», como escribió Shakespeare en Como les guste. En Romeo y Julieta los dos amantes se conocen y se enamoran a primera vista (o con el primer beso), se ven en el balcón y, un día después, se casan para tener, ¡ya!, la noche de bodas, sin importar las circunstancias, justo antes de tener que separarse. Poco después, Julieta finge estar muerta y concluye todo con el suicidio voluntario y por separado de los dos amantes.
¡Qué intensidad! ¡Qué velocidad!
Mientras, los adultos parecen más viejos de lo que son, como lo hemos comentado, pues el contraste es brutal. Romeo expresa su juventud con el lenguaje que usa, empezando con unos versos al estilo de los sonetos de Petrarca (modelo de los sonetos del siglo XVI y XVII), donde compara el amor con la guerra o con la enfermedad y, a veces, hasta con unas frivolidades como la calidad de una comida.
Dentro del mismo esquema métrico, vamos teniendo un mayor contenido real, como es el lenguaje que usan los criados, brutalmente realistas o las burlas de Mercutio hacia su «idolatría del amor» y la reina Mab o el sentido práctico y sensual con el que nos relata la Nodriza algunos capítulos de la vida de Julieta, cuando era una niña y se había caído de bruces.
Romeo y Julieta son dos idealistas enamorados y creen que su relación que sucede como si vivieran en un paraíso. Lo demás no existe: ni las familias, ni los muertos, ni los compromisos morales con sus padres, pues, ¿qué es un nombre?, se pregunta Julieta recargada en el balcón: «nada», porque ella justifica que se llame como se llame su amante, sería como la rosa, que se llame como se llame, siempre tendrá una deliciosa fragancia y seguirá siendo una rosa.
El resto de los personajes viven encerrados en el pequeño mundo de ese pueblo como resulta ser Verona y viven con los pies en la tierra y, por supuesto, cada vez más se van separando del comportamiento de los jóvenes: la Nodriza sabe que la gente debe casarse con quien sea, con tal que sea guapo y tenga una buena fortuna, como es el caso de Paris, por eso le dice a su niña que tal vez sería mejor seguir casada con ese personaje «real» que con un romántico exilado.
Mercutio hace una parodia del comportamiento petrarquista de su amigo Romeo y le lanza uno de los más deliciosos y divertidos parlamentos de esta obra, cuando habla de la reina Mab, el hada por la que, gracias a sus brujerías, las cosas resultan de otra manera.
Otra actitud que contrasta con el idealismo de Romeo y Julieta es lo «convencional» representado por los padres. Por eso, el señor Capuleto se enfurece cuando su hija se niega a obedecerla, pues se trata de un matrimonio de conveniencia, con una buena dote y, por eso se pregunta: ¿qué más puede querer una niña que no tiene la menor idea de lo que es la vida?
Por último, la sanción moralista que está encarnada por el fraile y es aceptada por todos los que participan en la obra: desde los jóvenes idealistas, pasando por los amigos realistas y los viejos convencionales: donde la moderación debe guiar las relaciones de amor y tal vez sea a través del amor de estos dos, que se resuelvan los problemas de la guerra civil.
Todo es inútil.
La mutua sumisión de los enamorados es un hecho, además de que los papeles que juegan de repente y que son complementarios: Romeo actúa a veces como si fuese la parte afeminada de la pareja. Por ejemplo, cuando Tybalt lo reta y él rehúsa enfrentarse a los Capuleto; o cuando se lamenta llorando con la Nodriza la muerte de Tybalt y la desgracia que ha caído sobre los recién casados. El gesto definitivo de esta sumisión es la muerte en el panteón, pues ha preferido someterse al destino de su esposa que enfrentar a sus padres.
Julieta, por su parte, es más propositiva y activa que Romeo: es más seductora y a la vez es más práctica. Se niega a casarse con Paris y es capaz de enfrentarse a sus padres de la imposición de un pretendiente. Se rebela y elige por ella misma a su marido contra todos, sabiendo que Romeo es un enemigo de sus padres. Julieta es valiente cuando se toma la pócima, pues lo hace sin saber lo que le podrá suceder. Finalmente, se da muerte como los hombres, con un puñal —impropio de una dama—, como lo hizo también Lucrecia en el poema lírico que hacía poco había publicado Shakespeare.
Este final de la muerte que comparten Romeo y su Julieta, se relaciona con el amor de una manera paradójica: por un lado, la muerte, lo sabemos, es el mayor de los obstáculos posibles a la plenitud del amor, pero, al mismo tiempo, constituye la única forma posible en la que pueden perpetuar el amor que encuentra constantes obstáculos a su paso en este mundo.
En la obra se asocia el amor con la muerte que, en un momento dado, ocupa el lugar del novio, amante o marido de Julieta. Y volvemos al Prólogo: «el caminar terrible de un amor marcado por la muerte», donde «to die» en inglés, tiene dos acepciones: «morir» y la de «tener un orgasmo». Por eso se unen estos dos conceptos en uno solo y en alemán lo definen como el Liebestod que define esto con tanta precisión.
El suicido resulta ser la última solución viable para impedir su separación. De la paradoja entre el amor y la muerte resulta el gran final, donde no se logra ni una satisfacción plena, ante el desenlace de la muerte, ni el dolor intenso, ante la contemplación de las dos vidas truncadas, sino más bien, se logra el equilibrio trágico que incluye y trasciende a los dos amantes.
Es posible que, en este caso, los amantes se aíslen del resto de sus amigos, parientes y de la nodriza por estar marcados por la intensidad, el idealismo y la mutua sumisión, así que no es para sorprendernos que su muerte se produzca en una absoluta soledad.
El efecto que tienen sobre el espectador es fuerte y parece que se juegan las tres manzanas que se lanzan a la vez: la fuerza del Destino, la guerra entre los familiares y el poder de la muerte, pues el amor de los amantes es a la vez un amor frágil, al tiempo que es fuerte, como los símbolos que usan en sus discursos, como lo es la fugacidad de la chispa y el cielo estrellado.
La obra está estructurada en dos ejes: los problemas familiares y las relaciones entre los dos amantes. Las emociones de las familias cambian en cada uno de los tres encuentros que se dan en la obra: en el primero domina la informalidad; en el segundo encuentro se convierte en furia y, finalmente, cuando saben de la muerte de sus hijos, se convierte en tristeza que les hace, para compensarla, proponer al Príncipe que harán las paces y de pasada, mandarán construir una estatua en oro puro con los dos amantes, como símbolo del amor.
Ahora los guías de turistas —me consta—, nos llevan al balcón de Julieta y la gente cree que en verdad es el balcón de Julieta cuando sabemos que es sólo una obra de teatro que nació de la imaginación del poeta.
El segundo de los temas en esta obra es la relación que hay entre Romeo y Julieta y cómo es que esta evoluciona de forma progresiva durante los cinco actos. Esto tiene que ver con la interrelación que se establece entre ellos y con la simetría con la que se distribuye la acción de los personajes en la obra.
Los obstáculos que tiene que vencer, los problemas familiares, el deseo de los padres de Julieta para que se case con Paris, la vida frívola de los amigos de Romeo, las muertes accidentales o provocadas, el matrimonio a escondidas, etcétera, contribuye a que tengamos una concepción de tal manera en el tiempo, que los separa por completo del mundo de los adultos.
Si a esta tensión y a estas circunstancias opuestas como las que encontramos en esta obra, le agregamos la acción permanente —y mágica— del Destino, la obra adquiere su dimensión trágica, y los acontecimientos se precipitan a gran velocidad para tener una caída que está presente por la velocidad con la que suceden las cosas: se conocen, se casan, se aman, se separan y mueren.
El dramaturgo mantiene la atención del público por el contraste que se produce en las escenas que se yuxtaponen. Por ejemplo, en el punto climático de una de tantas intensidades líricas, cuando los amantes contraen matrimonio, le sigue de inmediato la escena yuxtapuesta: la muerte de Mercutio y de Tybalt.
Verbalmente la espera de Julieta por la llegada de su marido, contrasta con la condena del Príncipe cuando decreta el exilio de Romeo:
 
PRÍNCIPE.— Por su ofensa decretamos ahora su inmediato exilio. Me atañe a mí también el curso de sus pleitos: mi sangre se derrama por un odio que es de ustedes. He de imponer un castigo ejemplar… (3.1. 186-88)

Y en cuanto ésta termina, nos vamos a escuchar la vocecita de Julieta asomada, nerviosa, por el balcón cuando está esperando, ansiosa la llegada de su marido para pasar la noche de bodas y conocerse desnudos en la intimidad:
 
JULIETA.— ¡Corred veloces, caballos de pies de fuego! Galopen donde Febo duerme. El látigo de Faetón, el auriga, ya los habría llevado hasta el Ocaso y me habría traído las nubes de la noche. ¡Extiende tu negro manto, oh noche protectora del amor! ¡Y tú, sol, cierra tus ojos ya! Que Romeo venga, inadvertido, en silencio a mis brazos. Los amantes celebran sus amorosos ritos con la sola luz de su belleza, pues siendo ciego busca el amor la noche.

Dueña soy del palacio del Amor y aún no lo poseo. Vendida fui ya y aún no me gozan. Pesa tanto este día como la víspera de fiesta al impaciente niño que, tiene ropa nueva, pero no le permiten llegar a usarla… (3.2. 1 al 30)

Estas escenas se alternan con algunos pequeños intermedios (unos más cómicos que otros), diseñados para relajar la tensión: una delicia es la narración que hace la Nodriza cuando hace cuentas de los años que tiene Julieta o cuando va a darle el recado a Romeo; o el sueño que tiene éste cuando está en el exilio, en lugar de pensar que está en el callejón sin salida.
Gracias a ese sueño, Romeo cree que hay una salida a sus problemas. En el sueño se libra de la muerte, gracias al beso que le da Julieta.
Las pausas que podrían haber roto la estructura y la dualidad de los sentimientos que se yuxtaponen, el castigo y la esperanza amorosa, parece que están distribuidas para que el público tome un poco de aire y vuelva a hundirse en la tensión feroz que parece está formada por la fuerza del Destino, esa que nos está jalando a todos hasta el final de la obra.
Todos estos elementos de esta obra ponen de manifiesto el nivel de perfeccionamiento que logró Shakespeare para 1595 y que luego seguirá desarrollando hasta completar sus treinta y siete piezas que, hoy en día, todavía se conservan.
La tragedia de Romeo y Julieta, Nuestros Clásicos, Coordinación de Humanidades, UNAM.

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