lunes, 24 de octubre de 2011

TEORÍA. Boccaccio

  
   Os dejo dos textos sobre la figura de Boccaccio, sus obras y su tiempo. Son la respuesta a la primera pregunta del examen. (En cuanto al Decamerón, solo mencionarlo y dar dos pinceladas, pues constituye la respuesta -más amplia- a la segunda pregunta).

1.   Sin lugar a dudas, la obra de Giovanni Boccaccio es una de las muestras más representativas del choque y síntesis de valores morales y sociales que tuvo lugar a fines de la baja edad media, cuando los últimos restos de las concepciones teocráticas y feudalistas se vieron suplantados por el humanismo y el auge de la burguesía mercantilista.
   Boccaccio nació en París en 1313, hijo ilegítimo de un rico mercader florentino, Boccaccio di Chellino, que había alcanzado una posición destacada entre la burguesía y los círculos políticos de la época. Tras pasar su juventud en Florencia, hacia 1328 su padre lo envió a Nápoles para que se formara en el mundo de los negocios.
   En esa época, Nápoles era uno de los centros intelectuales del país, de costumbres liberales, y Boccaccio pronto decidió abandonar los ambientes comerciales. Estudió derecho y lenguas clásicas, e inició su producción literaria con una serie de poemas amorosos que reflejaban su admiración por el mundo grecorromano y su amor por la desconocida Fiammetta: "Il filostrato", "Theseida" ("La Teseida"). Allí escribió también Il filocolo, adaptación en prosa del motivo medieval de Floris y Blancaflor, considerada como la primera gran composición novelesca de la prosa toscana y la primera muestra importante del genio narrativo de su autor. En los cinco libros de su obra, Boccaccio dio una nueva orientación al tema e introdujo elementos autobiográficos.
   En 1340 se vio obligado a regresar a Florencia debido a los problemas económicos de su padre. Durante los difíciles años que siguieron escribió su novela Elegia di madonna Fiammeta (1343-1344), obra de gran profundidad psicológica, cuya importancia radica en que en ella la temática del amor se liberó de los cánones tradicionales cristianos y corteses, y entró en un mundo burgués y profano, más libre y desenvuelto. Hacia 1350, Boccaccio había logrado la estabilidad financiera, que le valió diversos cargos diplomáticos, y comenzó su trato con Petrarca, que, junto a su admiración por Dante, resultaría decisivo en sus escritos posteriores. Ese mismo año inició la redacción de su obra maestra, Il Decameron (El Decamerón), que terminó hacia 1353, y cuyo motivo de inspiración fue la peste de Florencia de 1348.
   Después de una espléndida descripción de la penosa situación de la ciudad durante la epidemia, sigue un conjunto de cien relatos contados durante diez días por diez jóvenes adinerados (siete doncellas y tres muchachos) que se refugian en una villa de los alrededores de la ciudad. Cada uno de los jóvenes representa un estado de ánimo diferente, subrayado por su nombre, que queda reflejado en el relato que cuenta. El hombre en cuanto individuo, sus cualidades y su psicología, la aceptación de la vida tal como es, constituyen las líneas directrices que enlazan todas las narraciones. Las mujeres, hasta entonces relegadas a un segundo plano y presentadas como símbolo de virtud y pureza, son aquí equiparadas a los hombres tanto por sus valores personales como por su derecho a acceder a los placeres de la vida y del amor, a la libertad y la aventura. Todo ello, unido al realismo y al tono frecuentemente licencioso y sensual, motivó las más duras críticas de las autoridades religiosas y toda clase de censuras. Sin embargo, la visión de Boccaccio no era en absoluto frívola, y a menudo adoptó la forma de una ironía austera y desencantada, reflejo de su lúcida comprensión de la época de transformaciones que vivió.
   Radicalmente opuesto a El Decamerón fue Il Corbaccio, compuesto hacia el año 1355, en la que el autor, aparte de mostrar una misoginia -aversión a las mujeres- producto seguramente de algún desencanto amoroso, realizaba una dura sátira del modo de vida florentino.
   En 1362, Boccaccio abandonó Florencia y se instaló en Certaldo, pueblo de la Toscana, en el que residió hasta su muerte. Allí compuso sus últimas obras, la mayor parte en latín, en las que resultó patente la creciente influencia de las convicciones religiosas de su amigo Petrarca y de la obra de Dante, al que ya había dedicado Il trattatello in laude de Dante (1354-1355). Su dedicación a los estudios clásicos e históricos quedó reflejada en De casibus virorum illustrium (1355-1374; Sobre casos de hombres ilustres); De claris mulieribus (1360-1374; Sobre mujeres notables) y De genealogia deorum gentilium (1350-1375; Genealogía de los dioses), monumental compilación de la mitología grecorromana. Boccaccio falleció en Certaldo, el 21 de diciembre de 1375, año y medio después que Petrarca.
   La importancia de la obra de Boccaccio en la literatura occidental es difícilmente exagerable, no sólo como impulsor del humanismo, sino como creador, con El Decamerón, de un modelo de prosa que está en el origen de toda la novela moderna.


Juan Zamora Romo. Bibliotecólogo, Licenciado en Tecnologías de la Información.


2.   Boccaccio compone junto a Dante y Petrarca la tríada de autores cuatrocentistas que configuraron la lengua literaria italiana y, a la larga, el italiano como idioma nacional de la Península. En cuanto a la influencia de Boccaccio en España cree Menéndez y Pelayo “que ningún autor italiano, ni el mismo Dante, ni el mismo Petrarca tuvo en España más lectores y admiradores que Boccaccio durante el siglo XV. La mayor parte de sus obras latinas y vulgares pasaron a la lengua castellana, y algunas también a la catalana”. Alcanzó su gloria definitiva con el Decamerón que es “la primera obra en que la prosa italiana se eleva a una verdadera y bella forma artística, y además sienta los cimientos del moderno arte de novelar, por los vivos que resultan sus personajes y la maravillosa precisión y claridad con que se desarrolla la marcha de la acción, por la facilidad con que da a conocer los hechos con todos sus mínimos pormenores. Ni a un lado ni a otro de los Alpes hay escritor contemporáneo suyo que haya logrado escribir como él”, ha dicho Bonghi, y de genio y maestro de novelistas le han calificados los mayores críticos. Lo que habían realizado Dante y Petrarca en la poesía, lo logro el Decamerón en la prosa. En esta obra se hallan cualidades literarias excelentes, aprendidas en el asiduo manejo de los clásicos de la antigüedad, y como clásica, también, quedó consagrada una obra que posee la atracción de las grandes y famosas meretrices de otros tiempos.
   Giovanni Boccaccio nació en Certaldo, Florencia, en 1313. Hijo natural de un comerciante de Certaldo y de una dama francesa residente en París. Vivió alternativamente en Florencia y Nápoles, ciudad esta última que tendrá una gran importancia en su vida y obra, pues en ella se supone que conoció a la mujer que luego inmortalizaría con el nombre de Fiammetta, que es posible que fuese la princesa María, condesa de Aquino, hija natural del rey de Nápoles, Roberto de Anjou, gran admirador y protector de Petrarca. La princesa María, casada con un gentilhombre de gran fortuna, era bella, procaz, de ingenio agudo, y tenía en su casa, según costumbre de la época, corte de amor, por ella presidida, como podría presidirse hoy una academia. Se murmuraba que las relaciones existentes entre ella y Boccaccio eran más que puramente amistosas, y que constituían la base del argumento de Fiammetta, especie de confesión de la dama, modificada en lo más esencial del desenlace: en que fue ella quien plantó a Boccaccio, y no éste a ella. Boccaccio Fue gran amigo de Petrarca, frecuentó la corte del rey Roberto de Nápoles y desempeñó importantes misiones diplomáticas. Fue, además, el primer comentador de Dante, dejando escrita una Vida de Dante, algo novelada, por lo que no puede ser seguida en todo al pie de la letra. Giovanni Boccaccio murió en Florencia el 21 de diciembre de 1375.
   El Decamerón, terminado en el año 1353, es una serie de narraciones puestas en boca de tres gentiles hombres y siete damas; jóvenes todos, que durante la terrible peste que azotó a Florencia en 1348 se reunieron en el campo, para escapar al contagio y distraerse de las preocupaciones naturales en tales momentos. Cada uno de ellos cuenta una historieta o novelita diaria, por turno, durante diez días, lo que da por resultado una colección de cien cuentos. De los diez turnos de las diez personas viene el nombre de Decamerón. La Comedia humana por contraste con La Divina Comedia, y realmente es un espejo, quizá algo deformador, a veces, de la vida diaria en el siglo XV. La temática y el tono de los cuentos son muy variados, aunque abundan los de contenido erótico desenfadado, que son para muchos los más conocidos y representativos del autor, pero también encontramos otros de tintes trágicos o dramáticos. En todos ellos aparece una amplísima gama de tipos sociales de la época, por lo que también puede verse bajo la óptica de una crítica social a su tiempo; es constante el enfrentamiento entre la idea de fortuna y la astucia e inteligencia humanas, lo que, debido a la habilidad del autor, origina una narración rica, ágil y apasionante. Al mismo tiempo, es ya plenamente renacentista al dejar de lado los aspectos religiosos y teológicos y centrarse en la realidad humana.
   Otras obras de Boccaccio son: Ameto (1341-1342), conocida también como La Comedia de las ninfas florentinas o Ninfale de Ameto, mezcla de prosa y verso, de figuras mitológicas y de alusiones harto libre a damas florentinas, Amorosa visión (1342) y Ninfale fiosolano (1343-1346), obras que dieron origen a la literatura pastoril del Renacimiento; Corbaccio o Laberinto de amor (1354-1355), intencionada sátira misógina imitada más tarde por Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera; Filocolo, versión de la historia de Flores y Blancaflor; Fiammetta, que se considera autobiográfica, supone quizá la primera novela psicológica europea; Filóstrato, con la historia de Troilo y Crecida por argumento; La Teseida donde intenta la epopeya de inspiración clásica. Es autor también de algunos sonetos y baladas y de numeroso tratados en latín, tales como, De claris mulierubus, De casibus virorum illustrium, Genealogía deorum gentilium, etc.
   Quizá sea Boccaccio, mucho más que otros autores de su siglo, quien encuentra hoy en día una mayor acogida en la literatura, en el arte y en los gustos de nuestro tiempo, a pesar de que, también hay que decirlo, esta presencia reposa, frecuentemente, sobre una consideración equívoca, o sea, sobre la elevación del autor del Decamerón a maestro simbólico de la narración escabrosa, licenciosa, basada en situaciones sensuales y burlescas. Pero, pocos saben que Boccaccio tenía lo que podríamos llamar un corazón de oro, que nos habló así: “Amo a la pobreza que ya está conmigo; y si estuviese de mí apartada pronto la podría encontrar en cualquier parte, sin tener que servir a ningún rey para haberla... Y soy más dichoso con alguno de mis librotes que lo son los reyes con sus grandes coronas”.

   Francisco Arias Solís

viernes, 7 de octubre de 2011

PRENSA CULTURAL. "Babelia". "J. D. Salinger: cómo se engendra un monstruo", por Manuel Vicent

J. D. Salinger (Nueva York, 1919-Cornish, New Hampshire, 2010), en una imagen de 1952.- GETTY IMAGES / SAN DIEGO HISTORICAL SOCIETY. ("El País")


   En Babelia, suplemento cultural de "El País":
J. D. Salinger: cómo se engendra un monstruo

MANUEL VICENT 24/09/2011

   El escritor publicó en 1951 El guardián entre el centeno, y cuatro años después vino al mundo Mark David Chapman, el asesino de John Lennon. Los tres tenían algo en común con Holden Caulfield, el protagonista de la novela.

   No todos los escritores tienen la suerte de que un asesino, que acaba de cometer un crimen histórico, esté leyendo tu mejor novela en el momento de ser detenido. Es más. Hay que ser un autor privilegiado, bendecido por los dioses, para que el famoso asesino se llame Mark David Chapman, quien disparó cinco balas de punta hueca por la espalda a John Lennon, después de pedirle un autógrafo, en el vestíbulo del edificio Dakota de NY, el 8 de diciembre de 1980 y una vez vaciado el cargador del revólver 38 especial se siente tranquilamente en un bordillo de la acera a leer El guardián entre el centeno, esperando a que llegue la policía y en su descargo confiese que él no había hecho otra cosa que acomodar su vida a la de Holden Caulfield, protagonista de la novela. "Esta es mi confesión", exclamó Chapman exhibiendo el libro, mientras era esposado.
   Las ventas de la novela de J. D. Salinger, ya de por sí millonarias, se dispararon una vez más. Una nueva oleada de lectores asaltó masivamente las librerías al saber que la historia llevaba una carga suficiente como para borrar del mapa a John Lennon, héroe de una rebeldía en la que se reconocían varias generaciones de jóvenes. En ese momento J. D. Salinger había hecho de su fuga y anonimato una de las obras de arte que consagran definitivamente a un escritor. Vivía refugiado en una granja de Cornish y llegar hasta él era una misión tan difícil como encontrar un mono en Marte, siempre que el explorador fuera un periodista, biógrafo, crítico literario o editor, pero no una jovencita admiradora o una becaria dispuesta a ser pasada por las armas. Mark David Chapman había asesinado a Lennon buscando la fama; en cambio J. D. Salinger se había hecho extremadamente famoso por no querer serlo y haberse convertido en un ser invisible.
   El escritor Salinger, el asesino Chapman e incluso el asesinado John Lennon tenían algo en común con Holden Caulfield, el protagonista de El guardián entre el centeno, un chaval de buena familia, que se movía como un tornillo suelto en el engranaje de la sociedad neoyorquina de aquella época, cuando la gente se sentía feliz en medio de la plétora de tartas de frambuesa que trajo la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Salinger, Chapman, Lennon, Holden, los cuatro habían sido adolescentes sarcásticos, rebeldes, inconformistas e inadaptados y se habían comportado con un desparpajo irreverente con los mayores, ya fueran padres, profesores o simples predicadores de la moral de consumo. Los cuatro fueron expulsados del colegio. Los cuatro odiaban los ritos, las costumbres y los gestos del orden constituido, para ellos todo el mundo era idiota, una actitud que en algunos acaba cuando desaparece el acné para convertirse en señores respetables, a otros les incita a escribir o a tocar la guitarra hasta transformarse en artistas y a otros les lleva a encargar un revólver por correo y usarlo contra el héroe de sus sueños. Los cuatro habían pasado por YMCA, la organización religiosa juvenil. Allí Marc David Chapman estuvo encargado de cuidar de los niños, un trabajo que ejercía a la perfección, hasta el punto de que le pusieron Nemo de sobrenombre; la misma y única aspiración manifestó también Holden Caulfield al final del relato, la de vigilar a unos niños mientras jugaban entre el centeno. En el YMCA un amigo le dio a leer a Chapman la novela de Salinger y el futuro asesino decidió ordenar su vida según la del protagonista mientras en Chicago tocaba la guitarra en iglesias y locales nocturnos cristianos.
   Salinger nació en NY el 1 de enero de 1919, hijo de un judío llamado Salomón, descendiente a su vez de un rabino que, según las malas lenguas, se hizo rico importando jamones. En realidad Salomón Salinger fue un honrado importador de carnes y quesos de Europa. La compañía Hoffman para la que trabajaba estuvo envuelta en un escándalo, acusada de falsificar agujeros en los quesos de bola, pero de ese lío salió indemne Salomón quien acabó viviendo en un lujoso apartamento de Park Avenue entre la alta burguesía neoyorquina. Allí el adolescente Jerome David Salinger comenzó a sacar las plumas. Después de ser expulsado del colegio 'McBurney' entró como cadete en la academia militar de 'Valley Forge', donde empezó a escribir iluminando el cuaderno con una linterna bajo las sábanas unos relatos cortos que durante años mandó sin éxito a las revistas satinadas. Después ingresó en la Universidad de NY y siguió escribiendo, seduciendo a chicas adolescentes a las que a la vez despreciaba. Era un joven elástico, rico, inteligente, esnob y sarcástico. Se comportaba como el propio protagonista de su novela, el Holden Caulfield enfundado en un abrigo negro Chesterfield que envidiaban sus compañeros. Las chicas se volvían locas con él, mientras luchaba denodadamente por ser famoso, pero hubo una que le fue esquiva, Oona O'Neill, la hija del famoso dramaturgo, a la que escribió mil cartas de amor hasta que Charles Chaplin, 40 años mayor que ella, se la birló para hacerle seis hijos.
   El caso de Salinger es sintomático. Ningún aprendiz de escritor luchó tanto por sacar cabeza buscando el éxito, nadie como él realizó tanto esfuerzo por colocar los relatos cortos en las revistas que habían consagrado a otros famosos escritores en cuyo espejo Salinger se miraba, Fitzgerald, Hemingway, Capote. A la vez nadie era tan quisquilloso y peleaba hasta la agonía con los directores de esos medios, The Story, Saturday Evening Post, Bazzar's, y sobre todo The New Yorker. Nadie buscó con tanto ahínco la fama y a continuación, al verse aplastado por ella, buscó refugio bajo tierra como si se tratara de un bombardeo cruel de una guerra ganada.
   Antes de este tormento del éxito Salinger viajó a Europa pensando en hacerse mercader de quesos. Después se alistó en la Segunda Guerra Mundial. Participó en el desembarco de Normandía, mientras todo su carácter y experiencia se lo iba transfiriendo en la imaginación al personaje de ficción que lo haría célebre. En 1951 publicó El guardián entre el centeno, paradigma del desasosiego juvenil y cuatro años después vino al mundo el monstruo que engendró la novela, cuando Salinger ya había huido del mundo, se había metido en un agujero y se había hecho discípulo de Jesús, de Gotama, de Lao-Tse y de Shankaracharya hasta convertir su anonimato en una leyenda, una fuga que no le impedía degustar en secreto de mujeres cada vez más jóvenes.
   Chapman nació en Fort Worth, Texas en 1955, cuando el protagonista Holden Caulfield empezaba a arrasar en todas las librerías. El padre de Chapman era un sargento de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, y su madre, Kathryn Elizabeth Pease, era una enfermera. Él dijo que vivía con miedo de su padre cuando era niño. En la mañana del 8 de diciembre de 1980, Chapman salió del hotel 'Sheraton' donde estaba hospedado, dejó su documentación en la habitación para facilitar el trabajo a la policía, se dirigió a una librería de la Quinta Avenida, compró la novela de Salinger y bajo el título añadió su firma a la del autor. La mañana del crimen el asesino había visitado el lago de Central Park, que estaba helado, y como Holden Caulfield, se había preguntado adónde habrían ido a parar los patos. Con el crimen no trataba sino de escenificar escenas de El guardián entre el centeno. Fue sentenciado a prisión entre los veinte años y la perpetuidad. Sigue encarcelado en 'Attica Correctional Facility', en Attica, Nueva York, después de haber sido denegada la libertad condicional en seis ocasiones. El monstruo en la cárcel y el autor de la ficción condenado por la fama a vivir bajo tierra hasta la muerte. Esta es la historia.