Théodore Chasseriau. Romeo y Julieta. Segunda mitad del XIX
TEXTOS SOBRE ROMEO Y JULIETA
1. Hasta el
triunfo del romanticismo, a fines del siglo dieciocho, hubo (…) un claro conflicto de valores entre la idealización del amor por parte de
algunos poetas, dramaturgos y novelistas,
por un lado, y su rechazo como forma de chifladura imprudente, incluso
de locura, por parte de todos los teólogos, moralistas, autores de manuales de
conducta y padres y adultos en general. Todos conocían
ese amor idealizado, algunos lo habían experimentado, pero solo una minoría de
jóvenes cortesanos hicieron de él su modo de vida, y ni siquiera ellos lo
consideraban necesariamente una base apropiada para un matrimonio para
toda la vida.
Para el público isabelino, la tragedia de Romeo y Julieta, como la de
Otelo, no residía tanto en un romance
malhadado como en la manera que los protagonistas provocan su propia
destrucción al violar las normas de la sociedad en la que viven que, en
la primera de estas obras, significaba una estricta
obediencia filial y la lealtad a las amistades y enemistades tradicionales del
linaje. Un cortesano isabelino estaría lo suficientemente familiarizado con la pasión
hechizadora del amor para sentir cierta simpatía hacia la joven pareja, pero
vería con suficiente claridad de qué parte estaba el deber.
Lawrence
Stone, The Family, Sex and Marriage in England. 1500-1800 ,Weindenfeld and Nicolson, Londres, 1977, pp.181-187.1.5.
2 2. En esta obra el amor se
convierte en el educador de la sociedad. Shakespeare no representó nunca tan claramente el papel de maestro
de escuela como ensu reiterada prédica de que el amor ha de destruir el odio:
el prólogo nos cuenta que las desgracias y
tristes desventuras de los dos amantes entierran la enemistad de sus
padres. Ninguna otra cosa parecía poder extirpar la continuación del odio
paterno más que la muerte de sus hijos. La lección moral está de tal
manera configurada formalmente que se convierte en el tema principal del
drama. (…) Pero el secreto de la obra es que las muertes de los amantes
no son el resultado del odio entre las dos familias, ni se deben a otra
causa que no sea el amor mismo, que
busca en la muerte su propio cordial restaurador. El amor vence a
la muerte más aún que al odio. Deja de lado todo lo accidental, de manera que en este primer balbuceo de una creencia
en la que Shakespearese reafirmó más adelante: que la intensidad de una
emoción prevalece sobre su duración o éxito temporal. Las medidas morales de
Shakespeare son cualitativas, no cuantitativas.
D. A. Stauffer, “The Schol of Love: Romeo and Juliet”, en Alfred
Harbage, ed.,Shakespeare. The Tragedies.
3 3. A pesar
de sus declaraciones de amor eterno por Rosalina, Romeo se enamora de Julieta
poco después de verla por vez primera. Pese al lirismo del lenguaje de los amantes, la conversación de su amor es
su unión en la cama. Mercucio nos invita a
ver el amor romántico como una fantasía desarrollada por la
imaginación y promovida por escritores culturalmente influyentes (Petrarca
y los suyos), que sólo sirve para enturbiar lo que básicamente es un
simple asunto de frustración y de gratificación sexual. No obstante, el
contraste con el escepticismo y la impudicia de Mercucio y con el sentido
común materialista de la nodriza hace que la fogosidad de Romeo y Julieta
aparezca como tanto más impresionante y
conmovedora porque la unión sexual en ellos es indisociablede sus hipérboles de
adoración mutua, su bella elocuencia lírica, su compromiso total y su
elección final de morir juntos antes que vivir solos.
Cedric Watts, Romeo and Juliet, Harvester
Wheatsheaf, Londres, 1991.
4. La verdad del asunto es que al amor de Julieta
ya no le queda (si es que jamás lo tuvo)
ningún espacio social que ocupar. Sencillamente, ya no hay manera
(si es que la hubo alguna vez) de integrar la relación de Romeo y Julieta
en laestructura social existente. Julieta está ligada por un matrimonio
clandestino al hijo del enemigo de su
padre, que ahora es también el asesino de su primo. Si se
vincula a esta relación, se aparta de todas las estructuras que dan forma a la
sociedad a la cual pertenece. Un amor tan enajenado de cualquier posibilidad de integración social se vuelve,
naturalmente, hacia una pasióndesesperada y una autodestrucción
violenta, hacia el inútil remedio del suicidio.
G. Holdernss, Romeo and Juliet, Penguin Critical Studes, Penguin,
Londres,1990.
5. Esta historia trágica ha sido escrita, buen lector, con
este fin: para mostrarte auna pareja de
desventurados amantes que se convierten en esclavos de un deseo deshonesto,
desoyen la autoridad y el consejo de sus padres y amigos, desahogan sus
intimidades con comadres borrachas y frailes supersticiosos (los instrumentos
más apropiados para la impudicia), se arriesgan a toda clase de aventuras
peligrosas para conseguir su perversa lujuria, utilizan la confesión oral –que
es la puerta de entrada a la prostitución y a la traición- para
hacer prosperar su propósito, profanan el honorable nombre de las
palabras del matrimonio legal para encubrir la vergüenza de sus falsos
contratos, y se precipitan, en fin, a una muerte tan infeliz gracias a
todos los recursos de unavida deshonesta.
A.
Brooke, “Prefacio” a Romeus
and Juliet (1562).
6. Ríos de tinta se vertieron en Inglaterra durante los
años revueltos de la Reforma sobre la condición de la vida matrimonial, los
derechos de los amantes y el interés de los
padres en el casamiento de sus hijos. El consenso fue que los padres tenían ciertamente algo que
decir sobre lo que sus hijos decidían sobre sí mismos, pero que ningún padre
podía forzar a un hijo a casarse contra su voluntad u obligarlo a renunciar a
un partido que pudieraconvenirle. En tales casos, los hijos podían
recurrir a las autoridades eclesiásticas
para que les apoyaran. La gente llana se escandalizaba de los matrimonios
dinásticos concertados por la nobleza, que disponía de sus hijos, según los
polemistas religiosos, como si fuesen ganado u ovejas,especialmente cuando
tantos matrimonios impuestos bajo la tutela de la Corona terminaban
después en adulterios o violencias. Al tratar este tema con tanta seriedad,
Shakespeare estaba dando forma a la ideología protestante sobre el matrimonio
tal como fue expresada de manera conmovedora en el Libro de oro del
matrimonio cristiano (1542).
Germaine Greer, Shakespeare, Oxford University Press, Oxford, 1986.
7. Los contrastes como técnica constructiva.-
7.1.Romeo y Julieta refleja una experiencia de vívidos contrastes (…) en un mundo
tenso entre todo tipo de polaridades. La juventud extrema –Julieta solo tiene
catorce años; Romeo, suponemos, estará al final de la adolescencia- compite con
la vejez extrema porque, a pesar del extraño comentario de laseñora Capuleto (I.III.74-76), las cuatro figuras
paternas producen la impresiónde estar algo entradas en años, como
lo están obviamente el fraile y la nodriza. El
amor apasionado se enfrenta al odio apasionado y alcanza finalmente, a un precio
muy alto, un ambiguo triunfo. El resplandor que los amantes despiden (…) nos deslumbra, pero contrasta con la oscuridad
de su situación, mientras que, al mismo tiempo, paradójicamente, el mundo
nocturno se convierte cada vez más en su único recurso, y el mundo
diurno en el lugar de las fuerzas que le son hostiles. Hay también las
actitudes vivamente conflictivas hacia el amor y el sexo (…). Los contrastes extremos de la prisa y la reflexión; las
grandes alegrías que dan paso a las penas abrumadoras; el ruido, el
bullicio y el alboroto de los asuntos públicos, yuxtapuesto a los éxtasis
íntimos, en voz muy baja, de los anhelos y los encuentros de los amantes. Todos estos contrarios y muchos más forman parte
de nuestra experiencia de la obra, pero no como contrarios en teoría, sino como
impresiones vívidas de los ojos y los oídos.
Maynard Mack, Everybody’s Shakespeare. Reflections on the Tragedies,
University of Nebraska Press, Lincoln y Londres,
1993
7.2.Un rasgo estructuralmente muy
importante de Romeo y Julieta es el entrecruce de la vida pública y la privada. El argumento se
despliega hábilmente entre el bullicio
de las calles, las actividades en cada de Capuleto y el mundo privado de los
amantes. Hay una coordinada variedad de contrastes: reyertas y disputas
públicas; abrazos y armonías privados; edictos ceremoniosos, bromas informales;
reminiscencias de los viejos, presagios de los jóvenes; fiesta
y luto; quietud ensimismada, acción rápida; comedia social, catástrofe solitaria;
unión en la vida, unión en la muerte. De aquí la vivacidad dramática de
la obra en suconjunto; estéticamente, los
contrastes se enriquecen mutualmente. Además, a través de Mercucio,
su mofa provocativa irreprimible, le lleva a la muerte a manos de Teobaldo. Por
consiguiente, aunque los suicidos de Romeo y Julieta
tienen muchas causas, puede decirse que una fuente
paradójica de su tragediaes el espíritu
cómico exuberante.
Cedric Watts, Romeo and Juliet ,
Harvester Wheatsheaf, Londres, 1991.
Eugène Delacroix. "La tumba de los Capuleto". H. 1850
ROMEO Y JULIETA (Notas
importantes)
En
esta obra se hacen presentes tanto los
elementos líricos como los trágicos, coexistiendo dentro de una estructura
ágil, en donde no se distrae en nada que no tenga que ver con el incremento de
la tensión desde el principio hasta el gran final. Nos sorprende el desarrollo
de la obra, hasta llegar agotados al final, con un nudo en la garganta, sólo
para darnos cuenta que fue cuestión de unos segundos para que el Destino, la Fortuna o la casualidad
jugaran con los amantes, como sucede en los accidentes, y que hacen toda la
diferencia entre lo que podría haber sido una comedia con un final feliz y lo
que realmente es: una tragedia lírica que ha perdurado por el resto de nuestra
vida.
Son
dos las corrientes de esta tragedia: el destino y la responsabilidad moral de
los personajes. Parece ser que Shakespeare no determina claramente cuál de sus
personajes debe ser castigado y por qué razón debe serlo y, por eso, mantiene
varias hipótesis, sugiriendo, de manera convincente, que en la vida, como en
esta obra, hay y existe una compleja interacción entre las situaciones
contradictorias, opuestas y yuxtapuestas y que todo puede estar dentro de lo
que le llaman una doble moral, como la que existía entre Romeo y Julieta.
La
obra sufre de una esquizofrenia moral —dice V. Whitaker—, donde los amantes han
nacido con sus «estrellas cruzadas» por los pleitos entre sus familias, así
como las líneas de la responsabilidad, que están igualmente cruzadas. Por todo
esto, persiste durante la obra la ambigüedad y la indeterminación y tal parece
que es eso lo que nos tiene pegados a la butaca.
Hay
quien la ve como si el Destino fuese el culpable de todo, como si la fuerza
predominante de la tragedia fuese el Destino o la casualidad o las circunstancias,
frente a la acción de los protagonistas hecha de manera libre y voluntaria.
La
tensión en la obra se analiza primero entre la relación que hay entre el
Destino y las acciones de los personajes, entre el amor y la muerte, como el
binomio central en la tragedia. Por eso la clasifican como una obra que
pertenece a la Liebestod ,
(al amor-muerte) donde se supone que el amor considera, de manera implícita a
la muerte como algo deseable y deseado a la vez. Tristán e Isolda, pertenece a
este concepto y la muerte de Tristán es una de las piezas musicales de mayor
impacto que haya sentido alguna vez en la obra de Wagner.
Pero
también hay quienes opinan que en la obra interactúan tres fuerzas: la
casualidad, el Destino y la conducta de los personajes, tanto en forma
individual, como socialmente hablando. Hay quien dice que de estas tres
fuerzas, predomina una de ellas y otros consideran que las tres fuerzas están
en constante diálogo, dominando unas en un momento, y otras en otro.
El
Prólogo dice claramente: «el caminar terrible de un amor marcado por la
muerte». Tal vez encontremos varios elementos: el Destino como la rueda de la Fortuna que da vueltas, es
decir, la Providencia
que interviene a través de algunas premoniciones y presagios que luego son el
preludio del final trágico o a través de los sueños, temores o imprecaciones.
La
acción («el caminar terrible») que se lleva a cabo en dos tipos diferentes. Por
un lado, la acción de los protagonistas —Romeo y Julieta— y, por el otro, lo
relacionado con la enemistad entre las dos familias, mostrada en varios
incidentes donde a veces el peso cae sobre Romeo que, puede ser un joven
impulsivo en donde la acción predomina al pensamiento, cosa que es típica de
los jóvenes, y de ahí las consecuentes precipitaciones en su vida, que, en un
momento dado, se traducen en realizar una boda de manera irreflexiva y
súbitamente o en la muerte de Tybalt, que fue realizada en un momento en donde
el impulso irracional lo domina una vez más, ahora con el pretexto de vengarse
de la accidentada muerte de su amigo Mercutio.
Esta
personalidad se expresa también cuando intenta o piensa suicidarse cuando está
en el monasterio, frente al fraile, justo cuando se entera que ha sido exilado
o, como finalmente lo hace, sobre la tumba de Julieta, cuando se suicida de
manera precipitada —unos segundos después despierta Julieta—, y al hacerlo lo
consume con un veneno mortal antes de que ella despierte.
El
Amor y la Muerte
son centrales en esta obra.
El
amor afecta a los protagonistas y, por sus características —no lo sé pero lo
intuyo—, los diferencia y los aísla del resto de los personajes que viven
invadidos por un odio familiar.
Este
amor tiene tres elementos: es intenso; es idealista en el más puro de los
sentidos de la juventud, y está expresado en el mundo de las fantasías, esas
que podemos encasillar como si fuese el «idealismo» de Romeo y, por último, es
un hecho que se quedan solos, aislados del resto de los seres humanos. Los dos
amantes enfrentan una soledad —real o ficticia—, tanto que se hacen mutuamente
sumisos y codependientes.
La
intensidad de su amor la muestran conforme avanzan los sucesos, de tal manera
que, pronto, se encuentran solos y aislados. Así le pasa a Julieta antes de
tomarse el brebaje mágico: ya no cuenta con nadie a su alrededor, ni siquiera
con su querida Nodriza. Nadie está cerca de ella mientras el amor se da en el
primer contacto, cuando conoce a este joven que la besa «como dios manda», como
ella le dice en la fiesta de su casa, recién había conocido a este joven que ni
siquiera sabe cómo se llama o quién es: puro amor puro y a primera vista.
«¿Quién
que haya amado, no lo ha hecho a primera vista?», como escribió Shakespeare en
Como les guste. En Romeo y Julieta los dos amantes se conocen y se enamoran a
primera vista (o con el primer beso), se ven en el balcón y, un día después, se
casan para tener, ¡ya!, la noche de bodas, sin importar las circunstancias,
justo antes de tener que separarse. Poco después, Julieta finge estar muerta y
concluye todo con el suicidio voluntario y por separado de los dos amantes.
¡Qué
intensidad! ¡Qué velocidad!
Mientras,
los adultos parecen más viejos de lo que son, como lo hemos comentado, pues el
contraste es brutal. Romeo expresa su juventud con el lenguaje que usa,
empezando con unos versos al estilo de los sonetos de Petrarca (modelo de los
sonetos del siglo XVI y XVII), donde compara el amor con la guerra o con la
enfermedad y, a veces, hasta con unas frivolidades como la calidad de una
comida.
Dentro
del mismo esquema métrico, vamos teniendo un mayor contenido real, como es el
lenguaje que usan los criados, brutalmente realistas o las burlas de Mercutio
hacia su «idolatría del amor» y la reina Mab o el sentido práctico y sensual
con el que nos relata la
Nodriza algunos capítulos de la vida de Julieta, cuando era
una niña y se había caído de bruces.
Romeo
y Julieta son dos idealistas enamorados y creen que su relación que sucede como
si vivieran en un paraíso. Lo demás no existe: ni las familias, ni los muertos,
ni los compromisos morales con sus padres, pues, ¿qué es un nombre?, se
pregunta Julieta recargada en el balcón: «nada», porque ella justifica que se
llame como se llame su amante, sería como la rosa, que se llame como se llame,
siempre tendrá una deliciosa fragancia y seguirá siendo una rosa.
El
resto de los personajes viven encerrados en el pequeño mundo de ese pueblo como
resulta ser Verona y viven con los pies en la tierra y, por supuesto, cada vez
más se van separando del comportamiento de los jóvenes: la Nodriza sabe que la gente
debe casarse con quien sea, con tal que sea guapo y tenga una buena fortuna,
como es el caso de Paris, por eso le dice a su niña que tal vez sería mejor
seguir casada con ese personaje «real» que con un romántico exilado.
Mercutio
hace una parodia del comportamiento petrarquista de su amigo Romeo y le lanza
uno de los más deliciosos y divertidos parlamentos de esta obra, cuando habla
de la reina Mab, el hada por la que, gracias a sus brujerías, las cosas
resultan de otra manera.
Otra
actitud que contrasta con el idealismo de Romeo y Julieta es lo «convencional»
representado por los padres. Por eso, el señor Capuleto se enfurece cuando su
hija se niega a obedecerla, pues se trata de un matrimonio de conveniencia, con
una buena dote y, por eso se pregunta: ¿qué más puede querer una niña que no
tiene la menor idea de lo que es la vida?
Por último, la sanción moralista que está encarnada por el fraile y es aceptada por todos los que participan en la obra: desde los jóvenes idealistas, pasando por los amigos realistas y los viejos convencionales: donde la moderación debe guiar las relaciones de amor y tal vez sea a través del amor de estos dos, que se resuelvan los problemas de la guerra civil.
Por último, la sanción moralista que está encarnada por el fraile y es aceptada por todos los que participan en la obra: desde los jóvenes idealistas, pasando por los amigos realistas y los viejos convencionales: donde la moderación debe guiar las relaciones de amor y tal vez sea a través del amor de estos dos, que se resuelvan los problemas de la guerra civil.
Todo
es inútil.
La
mutua sumisión de los enamorados es un hecho, además de que los papeles que
juegan de repente y que son complementarios: Romeo actúa a veces como si fuese
la parte afeminada de la pareja. Por ejemplo, cuando Tybalt lo reta y él rehúsa
enfrentarse a los Capuleto; o cuando se lamenta llorando con la Nodriza la muerte de
Tybalt y la desgracia que ha caído sobre los recién casados. El gesto
definitivo de esta sumisión es la muerte en el panteón, pues ha preferido
someterse al destino de su esposa que enfrentar a sus padres.
Julieta,
por su parte, es más propositiva y activa que Romeo: es más seductora y a la
vez es más práctica. Se niega a casarse con Paris y es capaz de enfrentarse a
sus padres de la imposición de un pretendiente. Se rebela y elige por ella
misma a su marido contra todos, sabiendo que Romeo es un enemigo de sus padres.
Julieta es valiente cuando se toma la pócima, pues lo hace sin saber lo que le
podrá suceder. Finalmente, se da muerte como los hombres, con un puñal
—impropio de una dama—, como lo hizo también Lucrecia en el poema lírico que hacía
poco había publicado Shakespeare.
Este
final de la muerte que comparten Romeo y su Julieta, se relaciona con el amor
de una manera paradójica: por un lado, la muerte, lo sabemos, es el mayor de
los obstáculos posibles a la plenitud del amor, pero, al mismo tiempo,
constituye la única forma posible en la que pueden perpetuar el amor que
encuentra constantes obstáculos a su paso en este mundo.
En la
obra se asocia el amor con la muerte que, en un momento dado, ocupa el lugar
del novio, amante o marido de Julieta. Y volvemos al Prólogo: «el caminar
terrible de un amor marcado por la muerte», donde «to die» en inglés, tiene dos
acepciones: «morir» y la de «tener un orgasmo». Por eso se unen estos dos
conceptos en uno solo y en alemán lo definen como el Liebestod que define esto
con tanta precisión.
El
suicido resulta ser la última solución viable para impedir su separación. De la
paradoja entre el amor y la muerte resulta el gran final, donde no se logra ni
una satisfacción plena, ante el desenlace de la muerte, ni el dolor intenso,
ante la contemplación de las dos vidas truncadas, sino más bien, se logra el
equilibrio trágico que incluye y trasciende a los dos amantes.
Es
posible que, en este caso, los amantes se aíslen del resto de sus amigos,
parientes y de la nodriza por estar marcados por la intensidad, el idealismo y
la mutua sumisión, así que no es para sorprendernos que su muerte se produzca
en una absoluta soledad.
El
efecto que tienen sobre el espectador es fuerte y parece que se juegan las tres
manzanas que se lanzan a la vez: la fuerza del Destino, la guerra entre los
familiares y el poder de la muerte, pues el amor de los amantes es a la vez un
amor frágil, al tiempo que es fuerte, como los símbolos que usan en sus
discursos, como lo es la fugacidad de la chispa y el cielo estrellado.
La
obra está estructurada en dos ejes: los problemas familiares y las relaciones
entre los dos amantes. Las emociones de las familias cambian en cada uno de los
tres encuentros que se dan en la obra: en el primero domina la informalidad; en
el segundo encuentro se convierte en furia y, finalmente, cuando saben de la
muerte de sus hijos, se convierte en tristeza que les hace, para compensarla,
proponer al Príncipe que harán las paces y de pasada, mandarán construir una estatua
en oro puro con los dos amantes, como símbolo del amor.
Ahora
los guías de turistas —me consta—, nos llevan al balcón de Julieta y la gente
cree que en verdad es el balcón de Julieta cuando sabemos que es sólo una obra
de teatro que nació de la imaginación del poeta.
El
segundo de los temas en esta obra es la relación que hay entre Romeo y Julieta
y cómo es que esta evoluciona de forma progresiva durante los cinco actos. Esto
tiene que ver con la interrelación que se establece entre ellos y con la simetría
con la que se distribuye la acción de los personajes en la obra.
Los
obstáculos que tiene que vencer, los problemas familiares, el deseo de los
padres de Julieta para que se case con Paris, la vida frívola de los amigos de
Romeo, las muertes accidentales o provocadas, el matrimonio a escondidas,
etcétera, contribuye a que tengamos una concepción de tal manera en el tiempo,
que los separa por completo del mundo de los adultos.
Si a
esta tensión y a estas circunstancias opuestas como las que encontramos en esta
obra, le agregamos la acción permanente —y mágica— del Destino, la obra
adquiere su dimensión trágica, y los acontecimientos se precipitan a gran
velocidad para tener una caída que está presente por la velocidad con la que
suceden las cosas: se conocen, se casan, se aman, se separan y mueren.
El
dramaturgo mantiene la atención del público por el contraste que se produce en
las escenas que se yuxtaponen. Por ejemplo, en el punto climático de una de
tantas intensidades líricas, cuando los amantes contraen matrimonio, le sigue
de inmediato la escena yuxtapuesta: la muerte de Mercutio y de Tybalt.
Verbalmente
la espera de Julieta por la llegada de su marido, contrasta con la condena del
Príncipe cuando decreta el exilio de Romeo:
PRÍNCIPE.—
Por su ofensa decretamos ahora su inmediato exilio. Me atañe a mí también el
curso de sus pleitos: mi sangre se derrama por un odio que es de ustedes. He de
imponer un castigo ejemplar… (3.1. 186-88)
Y en cuanto ésta termina, nos vamos a escuchar la vocecita de Julieta asomada, nerviosa, por el balcón cuando está esperando, ansiosa la llegada de su marido para pasar la noche de bodas y conocerse desnudos en la intimidad:
JULIETA.—
¡Corred veloces, caballos de pies de fuego! Galopen donde Febo duerme. El
látigo de Faetón, el auriga, ya los habría llevado hasta el Ocaso y me habría
traído las nubes de la noche. ¡Extiende tu negro manto, oh noche protectora del
amor! ¡Y tú, sol, cierra tus ojos ya! Que Romeo venga, inadvertido, en silencio
a mis brazos. Los amantes celebran sus amorosos ritos con la sola luz de su
belleza, pues siendo ciego busca el amor la noche.
…
Dueña soy del palacio del Amor y aún no lo poseo. Vendida fui ya y aún no me gozan. Pesa tanto este día como la víspera de fiesta al impaciente niño que, tiene ropa nueva, pero no le permiten llegar a usarla… (3.2. 1 al 30)
…
Dueña soy del palacio del Amor y aún no lo poseo. Vendida fui ya y aún no me gozan. Pesa tanto este día como la víspera de fiesta al impaciente niño que, tiene ropa nueva, pero no le permiten llegar a usarla… (3.2. 1 al 30)
Estas escenas se alternan con algunos pequeños intermedios (unos más cómicos que otros), diseñados para relajar la tensión: una delicia es la narración que hace
Gracias
a ese sueño, Romeo cree que hay una salida a sus problemas. En el sueño se
libra de la muerte, gracias al beso que le da Julieta.
Las
pausas que podrían haber roto la estructura y la dualidad de los sentimientos
que se yuxtaponen, el castigo y la esperanza amorosa, parece que están
distribuidas para que el público tome un poco de aire y vuelva a hundirse en la
tensión feroz que parece está formada por la fuerza del Destino, esa que nos
está jalando a todos hasta el final de la obra.
Todos
estos elementos de esta obra ponen de manifiesto el nivel de perfeccionamiento
que logró Shakespeare para 1595 y que luego seguirá desarrollando hasta
completar sus treinta y siete piezas que, hoy en día, todavía se conservan.
La tragedia de Romeo y Julieta, Nuestros Clásicos, Coordinación de Humanidades, UNAM.
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